El legado Bendala

De 24 de agosto de 2022Sin categoría, Tinta fresca

Eduardo Bendala se nos fue en agosto. Su extraordinaria personalidad dejó huella en los que le queríamos (le queremos, no hay mejora manera de homenajearle que seguir queriéndole). Pero este post va dedicado sobre todo a aquellos que no tuvieron la suerte de conocerlo y que quizás puedan encontrar inspiración en su trayectoria personal y profesional. Este es el legado de Eduardo Bendala Álvarez de Toledo:

  • Excelencia, curiosidad y sentido del humor. En todas sus aventuras profesionales (La Voz de Asturias, El País, Expansión, Actualidad Económica, Recoletos y Santander, entre otras) dejó una impronta de excelencia. Magnífico periodista primero, gran comunicador después, sus ganas de hacer las cosas bien se nutrían de una curiosidad insaciable por todo lo que le rodeaba. Siempre te sorprendía con un nuevo foco de atención (los partidos de fútbol americano, el último reality sobre la forja de cuchillos, el tweet extravagante más reciente, el descubrimiento de un recóndito periódico digital local…). Y todo lo hacía con una cordialidad y con un sentido del humor (muchas veces pícaro y callejero, pese a sus ancestros aristocráticos) que hacían su compañía irresistible.
  • Entusiasmo por la innovación. Fue un precursor de la comunicación digital. Cuando nadie sabía lo que era eso (él me descubrió el buscador de Google allá por 1999), creó las webs de todas las publicaciones del Grupo Recoletos y se convirtió en uno de los mayores expertos de Internet de España. Tras su fichaje por el Grupo Santander, se especializó en reputación, en el análisis de los ingentes volúmenes de datos que llegaban a las empresas y en la inteligencia artificial. Siempre estaba rodeado de tecnología. Su más reciente obsesión era el metaverso, al que dedicó buenos ratos durante los últimos meses de su vida. Decía que era la próxima revolución; no le dio tiempo a comprobarlo.
  • Liderazgo humano. Tenía carisma. Desde que lo eligieron delegado de clase en la Facultad de Periodismo, Eduardo ejerció un liderazgo natural allá donde se encontrara. Como jefe era memorable. Todos lo que estuvieron a sus órdenes en algún momento recuerdan su magisterio y su generosidad para ayudarles en su carrera profesional. Era el prototipo de líder humano que se centraba en la persona más que en el negocio, aunque también sabía hacer buenos negocios.
  • Pasión por la vida. Le encantaba vivir. Le encantaba viajar, comer (solo odiaba el queso, nadie es perfecto), cocinar, hacer y ver deporte, ir al cine, descubrir series de televisión, leer novelas de crímenes, el buen vino, los conciertos de música, bailar (todavía recuerdo aquellas sesiones de sevillanas allá por finales de los años 80), cantar, bucear, la luz del Mediterráneo, estar con amigos. Le encantaba conducir (siempre que veía el anuncio de BMW me acordaba de él). Le encantaba su familia. Amparo (siempre Amparo), sus hijos Alex y Raquel, y Nico, su nieto, que fue el último regalo que le dio la vida. Nunca se rindió. Hasta en sus últimos días, cuando la enfermedad ya devoraba su cuerpo, se aferró al hilillo de vida que le quedaba.

Eduardo era un gran tipo. Recordarle es necesario: nos ayuda a seguir sin él.

 

Deja un comentario

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad