Adiós a la jefa de ‘Financial Times’

De 4 de octubre de 2012enero 28th, 2021Tinta fresca
scardino

«Un buen periódico es una nación hablando consigo misma» (Arthur Miller)

Esta semana hemos conocido que Marjorie Scardino se va. Marjorie ¿qué?, dirán algunos. Permítanme que haga una somera presentación. Marjorie Scardino ha sido durante más de quince años la consejera delegada del grupo británico Pearson, propietario del diario Financial Times y una de los principales editoriales del mundo en libros de texto. Con su nombramiento, en 1997, esta ejecutiva estadounidense (texana de origen) se convirtió en la primera mujer en llevar las riendas de una compañía cotizada en el índice bursátil FT-100, y aún hoy la revista Forbes la considera la 86ª mujer más influyente del mundo.

En su larga etapa al frente de Pearson, Scardino ha convertido un conglomerado con muchos intereses (cuando llegó, estaba en negocios tan dispares como el Museo de Cera de Madame Tussaud, Port Aventura, el banco de inversión Lazard o una compañía estadounidense de juegos de ordenador) en un grupo rentable y bien definido que tiene el 65% de su negocio concentrado en el sector educativo, aunque el FT siga siendo su estandarte.

O sea, que Marjorie ha dejado huella de su gestión. Pero lo que me interesa aquí es su conexión con España. Porque tanto Pearson como Scardino han jugado un papel relevante en la historia reciente de los medios de comunicación españoles. Los más viejos del lugar, e incluso algunos jóvenes, recordarán que Pearson fue durante más de quince años el dueño del grupo Recoletos, editor de Expansión y Marca y que hoy está en manos de Unidad Editorial, es decir, Rizzoli. A su vez, Recoletos fue accionista de El Mundo, Antena 3 y Onda Cero.

Además, Telefónica llegó a tener a finales de los noventa el 5% del capital de Pearson, en una operación decidida por Villalonga, en pleno furor por controlar medios de comunicación, y que posteriormente deshizo Alierta. En esa etapa ocurrió una anécdota que refleja a la vez las personalidades de Juan Villalonga, a la sazón presidente de Telefónica, y de Marjorie Scardino. Prevaliéndose de su condición de accionista, Villalonga, ufano él, llamó un día por teléfono a Marjorie para quejarse del tratamiento informativo que Financial Times daba a Telefónica. Naturalmente, Villalonga esperaba que la consejera delegada cursara la protesta a través de la escala de mando e influyera en la línea informativa del diario británico en beneficio de la compañía española. Pero la respuesta de Scardino le dejó estupefacto. «Llama a Richard [Richard Lambert, un viejo zorro de Oxford, entonces director de Financial Times], que es un tío muy majo y que seguro que entiende tus problemas». Por supuesto, Villalonga nunca se avino a hablar con el director del periódico. Él, presidente de una de las mayores compañías de telecomunicaciones del mundo y accionista relevante de Pearson, estaba en otro nivel. Scardino preservó así la independencia de un periódico que nació, en 1888, bajo la leyenda «Sin miedo, sin favor».

Y un periódico que, por cierto, también gozaba de cierta autonomía de criterio respecto a la propia Pearson, aunque a lo largo de los años la propia Marjorie consiguió domesticar algo el espíritu libertino de algunos de sus redactores. En la City de Londres eran famosas las preguntas punzantes que el redactor especialista en medios de Financial Times (Alan Cane, si no recuerdo mal) disparaba contra su propia jefa, y que Scardino contestaba con una sonrisa en los labios. Igualito que en España, vamos.

El hombre de Marjorie en Madrid fue siempre Jaime Castellanos, al que llamaba cariñosamente Jamie, y bien que se aprovechó éste de la confianza de la jefa. Castellanos, que fue nombrado presidente de Recoletos en 1991, utilizó su buen inglés, sus dotes de vendedor, su campechanía vasca y el toque pijorrústico que le caracteriza para camelarse profesionalmente a Scardino, aunque muchos en Londres no entendieran esta relación. Castellanos le prestó un buen servicio a Marjorie al facilitar la venta de la participación de Pearson en Port Aventura y desde entonces la jefa le tenía en palmitas. Por eso no es extrañar que cuando en 2004 Pearson decidió desprenderse de Recoletos accediera a vendérselo a un grupo de inversores encabezado por Castellanos. Fue así como Jamie hizo el gran negocio de su vida. Compró las acciones del grupo con un 40% de descuento respecto a la salida a bolsa del año 2000 y dos años y pico después, en 2007, (et voilà!) las revendió a los italianos del grupo RCS con unas plusvalías cercanas a los 300 millones de euros.

Post Scriptum. La marcha de Scardino, que dejará el cargo el 31 de diciembre, abre muchos interrogantes sobre el futuro de Financial Times. En cierta ocasión, Marjorie, preguntada por la posibilidad de deshacerse de él, dijo: «Por encima de mi cadáver». Ahora, con la jefa ya cadáver (en sentido figurado, se entiende), cualquier cosa puede ocurrir. A Pearson le va bien con su especialización en publicaciones educativas y los medios de comunicación no son precisamente la industria con más futuro del mundo. Pero vender el que ha sido el emblema del grupo desde 1957 sería una decisión arriesgada. Los nuevos gestores se enfrentan a un dilema difícil. Que llamen a Jamie, que se lo arregla en un pispás.

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