
Ahora que lo de Grecia está calentito, ha vuelto a ponerse de moda la palabra austericidio. Un rastreo rápido por Google nos da 66.800 resultados. No está mal, teniendo en cuenta que el término se inventó hace solo tres años: los historiadores de los neologismos le adjudican la autoría a Gaspar Llamazares en un tuit de julio de 2012.
Lo curioso es que, como viene denunciando Fundéu con escaso éxito, el término se utiliza en sentido exactamente opuesto a su literalidad. Políticos y periodistas, normalmente de izquierdas, llaman austericidio a las políticas de ajuste contra la crisis que matan (a la gente, al Estado del Bienestar, a la igualdad…) y utilizan el término como un dardo contra los que las proponen o defienden. Por el contrario, la formación etimológica de austericidio sugiere que la austeridad no es la que mata, sino la que muere.
Para darse cuenta de que austericidio quiere decir matar la austeridad no hay que haber estudiado letras puras. Basta con fijarse en que el sufijo latino -cidio, que viene del latín occidere (matar), se emplea en sustantivos como homicidio, suicidio, parricidio, fraticidio, magnicidio, tiranicidio o genocidio, en los que el prefijo que lo acompaña no es el agente que mata sino la víctima (una persona, uno mismo, el padre, un hermano, una gran personalidad, un tirano, un grupo social…).
Por supuesto, hay otros ejemplos de palabras que acaban queriendo decir lo contrario de lo que significaban en origen. El origen griego de enervar es debilitar y no excitar o poner nervioso, como ha acabado por imponerse. Lo mismo podemos decir del adjetivo lívido, cuya etimología latina nos lleva a pensar que se refiere a algo amoratado, cuando su acepción más conocida es intensamente pálido; o de álgido, que es sus inicios se utilizaba como sinónimo de glacial o muy frío, y que ahora se emplea para describir un momento culminante.
Pero no conozco ninguna palabra en que sea tan flagrante la contradicción entre lo que se dice y lo que se quiere decir como en austericidio.
¿Solución a esta disfunción lingüística? Haberlas, haylas. La propia Fundeu sugiere algunas opciones, como austeridad letal, austeridazo, austeridad suicida… Se pueden añadir otras: austecalipsis, austeharakiri… Pero ninguna queda tan redonda y gráfica como austericidio, así que seguramente están condenadas al olvido. Como dicen los clásicos, nunca dejes que la realidad te desmienta un buen titular.
Post Scriptum. A todo esto, austero viene del latín austerus, que a su vez procede del griego austeros, que quiere decir áspero y seco. Con esos antecedentes, la política de ajuste necesita una buena estrategia de rebranding.
Pero para darse cuenta de que austericidio quiere decir matar la austeridad no hay que saber ni latín ni griego. Basta con fijarse en el sufijo -cidio, que se emplea en términos como homicidio, suicidio, parricidio, fraticidio, tiranicidio o genocidio, en los que el prefijo que lo acompaña no es el agente que mata sino la víctima (un hombre, uno mismo, el padre, un hermano, un tirano, un grupo social…)